¡¡ PASTO CIUDAD – PAIS!!! (Primera Parte)
Cada vez que empieza el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto, vuelve y se enciende la discusión sobre el origen de la “Familia Castañeda” y el cómo esa “hermosa tradición” que vincula lo rural con lo urbano, se articula definitivamente con nuestra fiesta; algunos autores siguen afirmando que esta estampa es de origen pastuso, pero no identifican ni explican de que parte venía esa familia, “si era del Ecuador o del Putumayo” y el ¿por qué? esta tradición se representa en muchos pueblos de Colombia, principalmente en los de influencia antioqueña. En esta oportunidad voy a presentar sin rodeos la historia, en la que yo creo, misma que he tenido la oportunidad de investigar en detalle a lo largo de mi vida.
Esta se refiere a que: El regreso de los “Castañeda” o de “La Familia Castañeda” se fundamenta en una fascinante tradición colonial antioqueña que se origina en el siglo XVIII, su génesis hay que rastrearla en el hoy municipio del Retiro (Antioquia) y la misma encierra una fantástica “historia de libertad e inclusión”; la cual coincide perfectamente con los principios: populares, incluyentes y libertarios del Carnaval de Pasto. Su cimiento se lo debemos a una MUJER que debería estar en los puestos más altos de la historia de Colombia, ya que sin lugar a dudas fue una dama muy adelantada a esa época colonial.
Empezaré contando que esa “fascinante mujer” se llamaba: JAVIERA LONDOÑO ZAPATA y nació en la Villa de Medellín el 24 de abril de 1.696, bautizada en la parroquia de la Virgen de la Candelaria, hija del Español Juan de Londoño y Transmiera y Doña Bárbara Zapata. Podemos decir sin temor a equivocarnos que esta “admirable” dama, no sabía leer como la mayoría en ese tiempo, pero tuvo más lucidez que cualquiera. JAVIERA fue obligada a casarse por su padre siendo muy joven y sin su consentimiento; de esa manera se arreglaban “convenientemente” la mayoría de las uniones en ese entonces; pero ella se “rebeló” de forma valiente el día de la boda, demostrando su carácter y personalidad. La unión se celebró el 11 de Septiembre de 1715, con el español Ignacio CASTAÑEDA y Athertua, que tenía el título de Sargento mayor; las nupcias se celebraron en la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín.
Durante la ceremonia religiosa, recepción y en la noche de bodas, doña JAVIERA, le demostró de forma “palmaria” a su esposo Ignacio CASTAÑEDA, con quién se había desposado; ya que desde un principio impuso su carácter y talante “libertario”; cuando el esposo la requirió en la cama, ella lo sorprendió con su respuesta: “mi padre, el rey y el papa, me han entregado a ti en santo matrimonio”, “acepto, pero no acato”, “hoy no habrá noche de bodas”, “vendrás a mí, cuando yo quiera”. De esa forma JAVIERA, le hizo saber al “fogoso sargento”, quién llevaría las riendas y los afectos en ese nuevo hogar; por supuesto ese día no tuvieron relaciones. No obstante el desplante inicial, don Ignacio y JAVIERA, tuvieron un largo y fructífero enlace pero no dejaron descendientes.
La pareja de recién casados se radicó en la región del Oriente Antioqueño, mejor conocida como “el Valle de San Nicolás de Rionegro”, la dote aportada por la familia de Doña JAVIERA, les permitió ser prácticamente dueños de esa comarca, que se extendía desde el Valle de Marinilla, hasta el río Arma; dentro de los cuales se puede incluir los hoy municipios de Rionegro, Marinilla, El Retiro y la Ceja. Como si lo anterior ya no fuera de por sí una inmensa extensión, eran también de su propiedad las tierras en donde hoy queda el municipio de Guatapé y el río Cocorná hasta su nacimiento con todos sus afluentes. En sus propiedades tenían ganado, porcinos y caballos. Poseían además un Real de Minas, situado en el Alto Pantanillo, el cual quedaba ubicado a un kilómetro del hoy municipio del Retiro (A). Hoy en día cualquier “mal pensado” podría afirmar sin equivocarse, que el sargento “CASTAÑEDA” no solo contrajo matrimonio, “sino patrimonio”.
En sus minas y haciendas los “CASTAÑEDA LONDOÑO” tenían 140 esclavos negros que hacían parte de su gran fortuna. Recordemos que el tráfico de esclavos africanos hacia América, se había convertido en un negocio lucrativo de mercaderes europeos, desde el siglo XVI hasta finales del XIX; los cautivos eran traídos en condiciones infrahumanas en las bodegas de los barcos desde la madre África. En esa época tener esclavos era símbolo de “prestigio” y estatus social; el amo disponía de ellos y los “utilizaba” a su antojo, en todos los menesteres y servicios que quisiera, ya sea trabajando en las minas, haciendas, oficios domésticos y en muchos casos en “servicios sexuales”; los negros eran obligados a trabajar sin pago, a cambio de comida y vivían confinados en condiciones infrahumanas y les daban tratos denigrantes.
Pero doña JAVIERA DE CASTAÑEDA no era una persona común, ella tenía un espíritu “rebelde, pero a la vez sensible”, desde su juventud entendió con la lectura de los evangelios, que ningún “ser humano” podía disponer de la vida de otro y mucho menos tratarlos con castigos despiadados; razón por la cual esta valiente mujer protegió a su “negros esclavos” de recibir tratos y penas atroces; incluyendo en este comportamiento “sin parangón” para la época, a su esposo Don Ignacio, a quién desde el inicio de su relación le exigió respeto para sus esclavos negros. No contenta con ese comportamiento atípico para esos años coloniales; empezó a entender la cultura afro, apreciar su compañía y disfrutar de sus chirimías y cantos, con los cuales ellos exorcizaban su dolor a través de su alegría y fuerza del tambor.
Para poder realizar los oficios religiosos, en inmediaciones de la zona de explotación minera que le gustaba visitar personalmente, lugar en el cual vivían y trabajan sus “protegidos”, hizo construir una ermita pajiza en honor a la Virgen de los Dolores y San José, en cercanías del Guarzo (hoy municipio del Retiro -Antioquia), bajo cuyo amparo colocó todas sus posesiones. En el lugar de la antigua ermita colonial, existe ahora una hermosa Capilla que contiene las imágenes de esas advocaciones, mismas que fueron veneradas por ellos y sus esclavos negros. Los historiadores antioqueños que han estudiado la vida de Doña JAVIERA DE CASTAÑEDA, dicen que ella y su esposo Ignacio CASTAÑEDA son los fundadores del municipio de El Retiro, expresan también que los CASTAÑEDA tenían su casa de habitación en la plaza central diagonal a la catedral de San Nicolás de Rionegro. (Rionegro – Antioquia)
La vida entonces de este matrimonio “especial”, se desarrollaba entre su casa en Rionegro y los viajes hacia sus propiedades y fundos, especialmente su Real de Minas en el Retiro; ya que doña JAVIERA era feliz con sus “negros”, disfrutaba con su música, sus fandangos y tradiciones, lo cual era muy extraño en una sociedad colonial, separada por una inmensa segregación social y racial, que ella había superado con creces; razón por la cual algunos personajes cercanos, empezaron a considerar que ella estaba fuera de sus “cabales”; hoy podemos decir que doña Javiera: “no sufría de locura, sino que la disfrutaba”. Claro que era loca, pero en la búsqueda de una “sociedad más incluyente y libertaria”. Pero la más grande «GESTA» de Doña Javiera Londoño de CASTAÑEDA estaba por llegar y eso ocurriría unos años antes de su muerte y la de su esposo.
Doña Javiera y Don Ignacio CASTAÑEDA en 1757, dictaron su testamento de común acuerdo, el cual fue protocolizado el 19 de Septiembre en San Nicolás de Rionegro; en ese documento ambos convinieron testar el uno a favor del otro, estableciendo una cláusula “excepcional” en la cual se concedía la “LIBERTAD A LOS ESCLAVOS DE SU PROPIEDAD”, en ese documento textualmente se puede leer: “..estamos convenidos , en que para después de nuestro fallecimiento sean libres de la esclavitud en que están: José Antonio negro y su mujer Josefa, mulata; Agustina, negra; María Antonia, mulata; Rufina……… y nombran otros esclavos. Generando así un evento sin parangón y “extraordinario” en la Nueva Granada (Hoy Colombia); es bueno anotar que en ese tiempo los esclavos eran considerados como “un bien con valor mercantil”, ya que adquirirlos o transferirlos (vender o comprar) se hacía mediante documento público ante el escribano de la villa correspondiente.
Don Ignacio CASTAÑEDA murió el 8 de Septiembre de 1766 en San Nicolás de Rionegro; unos días después de la muerte de su esposo, doña Javiera hizo un nuevo Testamento, el 11 de Octubre de 1766 ante el alcalde de Rio negro don Antonio Palacio. En ese documento anulaba el poder dado en 1757 en el testamento mutuo, al Padre Fabián Sebastián Jiménez, ya que con ese documento este podía disponer de los bienes del sobreviviente; doña Javiera ya desconfiaba del “presbítero” y sentía que ese poderdante no iba a cumplir con su voluntad de “liberar a sus esclavos”; ya que le había sugerido en varias oportunidades que era una “locura” liberar a esos negros y que una “fortuna tan grande” no se podía dilapidar de forma tan “irresponsable”. Años después de la muerte de Doña Javiera el padre Jiménez impugno el nuevo documento de Doña Javiera, sustentando que ella “había perdido el juicio”; pleito que finalmente la Audiencia de Santafé de Bogotá falló en favor de JAVIERA y la “LIBERTAD DE LOS ESCLAVOS” se mantuvo.
Pero en ese testamento “excepcional” doña Javiera no solo les concedió la libertad, sino que les cedió tierras cerca del Retiro para que vivieran libremente, les permitió además seguir explotando algunas vetas de su minas; en el documento relacionado se puede leer: “Sépase que yo Javiera Londoño Zapata, hija legitima de Juan de Londoño y Bárbara Zapata, estando como estoy sana de cuerpo y en mi libre y entero juicio, memoria y entendimiento natural …. Que se dé libertad después de mi fallecimiento a los negros siguientes (nombra a todos sus 140 esclavos.)..Y para que los dichos pueda mantenerse, se los nombra en los aventaderos en la parte más conveniente, lo suficiente para su manutención……”
Doña JAVIERA murió un año más tarde (1767), a la edad de 71 años en la misma casa donde vivió la mayor parte de su vida, que como ya dijimos se encontraba en la plaza principal de Rionegro (Antioquia). Esta mítica mujer antes de morir, les puso una única condición a sus esclavos que vivían en las minas; esto era que ellos debían regresar al Guarzo a terminar la construcción de la Capilla de la Virgen de los Dolores y San José y ofrecer una misa por su eterno descanso y el de su esposo IGNACIO CASTAÑEDA; de esa forma se fue construyendo a lo largo del tiempo un increíble espacio cultural que fue tomando el memorioso nombre del: “REGRESO DE LOS CASATAÑEDA”, y que poco a poco se fue transformando en “LA FAMILIA CASTAÑEDA”.
Es bueno aclarar que los negros africanos en ese tiempo, no disponían con nombres castizos, por eso en los documentos coloniales de transacciones de compra venta, se los identificaba con apelativos puestos al arbitrio tales como: Pedro, Juan, María, Josefa, etc., se identificaba la región de origen (Congo, Angola, Malí, Gabón, Guineas, etc) y su estado de salud; razón por la cual los libertos de esta historia como un homenaje eterno a su benefactora, “tomaron” el apellido de la familia esto es: “EL CASTAÑEDA”. En consecuencia desde 1768, los “CASTAÑEDA” viajaban todos los años en diciembre desde las regiones “rurales” del Guarzo (hoy El Retiro) hacia su “cabecera”, para poder cumplir los “deseos” póstumos de JAVIERA DE CASTAÑEDA.
De esta forma se formó una romería que año tras año realizaban los “CASTAÑEDA” quienes viajaban con sus familias, llevaban perros, gallinas, baúles, petates, peroles, utensilios de cocina, etc.; se transportaban en carretas tiradas por bueyes, mulas o caballos y por supuesto danzaban y cantaban, formando así una especie de dramatización musical que tenía el inconfundible nombre de: el regreso o la entrada de la “FAMILIA CASTAÑEDA”. Después del oficio religioso, bailaban sus antiguos ritmos y danzas más alegres en la plaza del Guarzo. Este evento inconfundible se repitió entonces desde 1.768 hasta gran avanzado el siglo XIX. Hoy en día en el Retiro (Antioquia) se celebra la “Fiesta de los Negritos” del 26 al 30 de diciembre, como un homenaje inequívoco a la memoria de esa fantástica matrona.
Ese acto “excepcional” de inmensa grandeza y piedad (Liberación de esclavos) realizada por JAVIERA LONDOÑO DE CASATAÑEDA, se efectuó 23 años antes de la revolución Francesa (1.789), 48 años antes de que se decretara la “Libertad de Vientre” en el estado de Antioquia (1814) y 85 años antes de que el Presidente José Hilario López promulgara la libertad de esclavos en Colombia en 1851. En consecuencia de lo expuesto, doña JAVIERA debería ser conocida en Colombia como la verdadera “LIBERTADORA”; ya que a no dudarlo fue la primera ejecutora “efectiva” de una liberación masiva de esclavos en el mundo y para ser más precisos en América; puesto que prefirió LIBERAR sin requisitos a sus negros y les ofreció todas las garantías para que no los vuelvan oprimir, de esa forma enfrentó con carácter y “buen juicio” a una sociedad feudal, excluyente y llena de prejuicios.
Pero la enorme “generosidad” de Doña Javiera no terminó con la libertad de los negros esclavos; sino que pensando en otros tipos de «esclavitud» como era la “ignorancia” de las mujeres de su tiempo, Doña JAVIERA LONDOÑO DE CASTAÑEDA donó 10.000 pesos oro a las doncellas pobres de Marinilla, Rionegro y Llanogrande, para que pudieran estudiar y aprender a leer y escribir. No olvidemos que en Medellín hay una institución educativa que lleva su nombre como un símbolo inequívoco a ese gesto.
En la próxima nota explicaremos como esta hermosa estampa cultural, se difunde por algunas regiones de Colombia y cómo llega al Carnaval de Negros y Blancos de Pasto.
Mayor información en la obra “La Historia no contada del Carnaval de Negros y Blancos de Pasto”, investigación realizada por Armando Oviedo Zambrano y Jesús Alberto Cabrera Zambrano. (Cel. 311 7058836, e.mail: jesuscabrera@turismopasto.com.
Finalmente cómo algunos investigadores regionales, han manifestado que JAVIERA LONDOÑO DE CASTAÑEDA es una ficción, les dejo algunos datos para que corroboren si este personaje que parece de leyenda existió o nó.
La partida de bautizo de Doña Javiera, se encuentra en el Archivo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín, libro 2, bautismos, folio 12 r, 1696.
La partida de matrimonio de Doña Javiera con Don Ignacio Castañeda, se en el Archivo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín, libro 2, matrimonios, folio 40, 1715.
El acta de defunción de Doña Javiera y de Don Ignacio Castañeda, están en el Archivo de la Parroquia de San Nicolás de Rionegro, Libro 2, Defunciones, 1766 y 1767).
Escrito por: Jesús Cabrera